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Magia con sal: Saquito mágico escandinavo para seducir

Antigua oración a la Diosa Frey

El norte de Europa siempre ha sido considerado como un lugar misterioso.

El frío, la oscuridad y las tinieblas han propiciado la generación de cientos de leyendas de múltiples naturalezas.

Los antiguos escandinavos practicaron una magia natural de profundo respeto por el entorno en el que vivían.

Sus sacerdotes o magos, denominados Godar, se encargaban de rendir tributo a los dioses en cuevas o en claros de bosque, rodeados de sus árboles protectores.

Hablar de seducción en lugares como el que nos ocupa implica mencionar a una de las diosas de la pasión de la mitología escandinava.

Su nombre es Frey, la diosa del amor, algo así como la Venus de Escandinavia.

Esta diosa se casó con Odín, de quien tuvo a Nosa, cuya belleza sirvió para nombrar todo lo hermoso y seductor.

En una de las tradiciones mágicas escandinavas se nos cuenta que quien desee lograr el amor, quien desee cautivar la pasión o pretenda perpetuar su matrimonio, siempre deberá tener cerca la presencia de Frey, que por otra parte será la protagonista en este saquito ceremonial, ideal para la seducción.

INGREDIENTES

1 prenda de ropa usada de color claro.
8 cucharadas de sal fina.
1 cucharilla de plata.
1 cucharada de canela en polvo.
4 granos de sal gorda o gruesa.
4 flores de azahar.
1 pluma de ave.
1 saquito o bolsa de piel.


PREPARACIÓN

En primer lugar señalaremos que el ritual deberá realizarse a plena luz del día, frente a una ventana abierta, en absoluta soledad y con la Luna en cuarto creciente.

El desarrollo tendrá lugar sobre la superficie de una prenda personal usada, es decir, que habremos llevado puesta tocando la piel durante por lo menos una noche completa.

Dado que esta prenda deberá cubrir parte de la superficie de una mesa, recomendamos usar una camiseta, camisón o parte superior de pijama.

Una vez colocada la pieza de ropa sobre una mesa, pondremos la sal fina a modo de pirámide.

Realizaremos tres respiraciones profundas y completamente concentrados en la magia que estamos a punto de desencadenar, acercaremos las palmas de ambas manos al montón de sal con el fin de transmitirle nuestra mejor energía mientras invocamos:

Divina Frey, diosa del amor y la pasión, yo (diremos nuestro nombre) te convoco y te pido que me hagas partícipe de tu seductora naturaleza.

Acto seguido, espolvorearemos sobre el montón de sal la cucharada de canela.

Tomaremos los cuatro granos de sal gorda con la mano derecha y alzando la izquierda, diremos:

Amada Frey, en tu nombre convoco a las cuatro estaciones en las que reinas.

Primavera, tal y como haces florecer a la naturaleza, haz que nazca en mí la seducción.

Verano que calientas a todo lo que existe, haz que pasión impregne todos los actos de mi vida. Otoño, tú que cubres con un manto dorado la tierra que pisamos, haz que dicho manto proteja todas mis acciones cotidianas.

Invierno, tú que preservas y congelas el tiempo, haz que mi belleza permanezca siempre inalterable.

Tras la invocación, depositaremos sobre la cúspide de la montaña de sal los cuatro granos de sal gorda.

Seguidamente, la plegaria irá dirigida a los cuatro elementos.

Tomaremos las cuatro flores de azahar entre las palmas de las manos y diremos: Adorada Frey, tú que gobiernas la tierra, intercede por mí y haz que la pasión que inspire sea duradera.

Valorada Frey que esparces tu encanto por el aire, permite que mi carisma impregne todos los rincones.

Apreciada Frey que emerges de las profundidades de las aguas, haz que mis encantos tengan la hondura de los océanos.

Idolatrada Frey que consumes como el fuego el corazón de tu amado Odín haz que el ímpetu de la pasión que despierte sea tan ardiente como las brasas.

A continuación besaremos las cuatro flores y las colocaremos rodeando el montón de sal. Finalizando ya el ritual, tomaremos la pluma de ave y con ella dibujaremos la inicial de nuestro nombre sobre el montículo de sal mágicamente preparado, convocando a la diosa Frey en este acto y pidiéndole que parte de su energía se anexione con la nuestra.

Acto seguido, ayudados de la cucharilla de plata, rellenaremos el saquito con la mágica mezcla, lo cerraremos con ocho nudos y lo llevaremos siempre junto a nosotros.

Es conveniente que el primer día de cada solsticio y equinoccio del año enterremos una manzana roja en el bosque y sobre su tierra encendamos una vela de miel en honor a la generosa Frey, agradeciéndole los favores recibidos y rogándole que nunca nos abandone.

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