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Ritual de purificación a través de las velas

Las velas son un ingrediente al que, tradicionalmente, se le adjudicó una gran importancia en la Magia Blanca. Constituyen un código simbólico que actúa como canalizador de energía para poder realizar peticiones a fuerzas superiores que gobiernan la noche.

Los rituales de magia que incluyen velas deben ser practicados siempre después de la caída del Sol y antes del amanecer, y deben incluir en el proceso una petición a las fuerzas de la noche para utilizar sus dominios.

Las velas utilizadas para practicar este tipo de magia son, esencialmente, velas normales y corrientes, con la única salvedad de que, una vez utilizadas para practicar el ritual, no deben usarse para el alumbrado o para cualquier otro fin.

Junto a las velas, hay otros ingredientes,y entre los más importantes están los objetos que simbolicen al invocador o a cualquier otra persona que esté implicada.

Lo más importante es que el practicante pueda ver a la persona interesada correctamente simbolizada en el objeto señalado. Muchos ritualistas utilizan para tal efecto fotografías, aunque otro medio muy común consiste en escribir en un papel el nombre de la persona que se quiere representar.

Hay que tener en cuenta que los rituales que utilizan velas se remontan a épocas muy antiguas en las que no existían cámaras fotográficas, y en las que el acceso a la escritura era privilegio de unos pocos. Como símbolo de una persona siempre es más interesante un dibujo hecho con carbón o bien un objeto o estampa que la represente. Si quisiéramos, por ejemplo, hacer un rito para enamorar a un relojero, bien podríamos poner como objeto que lo simbolice un reloj.

Una práctica que también ha sido empleada por diferentes magos y ocultistas es la de utilizar naipes para simbolizar a las personas implicadas en el rito. Esto puede ser interesante siempre que se utilice el sistema simbólico apropiado para las cartas.

En esta ceremonia pediremos a la noche que purifique nuestro espíritu para poder realizar cualquier práctica mágica con todo el poder que seamos capaces de reunir.

Objetos necesarios

Tres velas blancas- Un cono de incienso - Una vela azul - Una imagen del
invocador u oficiante - Una tela blanca no sintética

Aquí utilizaremos por primera vez la imagen de una persona, en este caso, el invocador. La representación que podemos elegir para tal fin es una opción absolutamente personal. Como aclaramos previamente, puede servir una fotografía, un dibujo, su nombre escrito en un papel o un objeto que la represente, que tenga forma de estampa o de papel. Esto último es importante. No nos servirá cualquier objeto, deberá ser algo plano, como una hoja de papel; si elegimos cualquier símbolo con demasiado relieve, no podremos llevar a cabo el ritual bajo ningún concepto. Algunos objetos que pueden servir, si al invocador le resultan un símbolo válido, son un anillo, una flor, un pañuelo, la hoja de una planta o un árbol, o la pluma de un ave.

Las velas serán absolutamente normales. No es bueno utilizarlas con formas y dibujos, aunque estas últimas tengan un aspecto más mágico, y, en la medida de lo posible, sería recomendable evitar las velas perfumadas. El incienso puede ser de cualquier aroma, ya que el símbolo se mantendrá igual.

Preparación de la mesa para el ritual

En las esquinas de la mesa más alejadas del oficiante, poner dos de las velas blancas.
Entre ellas, el cono de incienso.
Situar en el centro la tela blanca abierta.
Más cerca del invocador, en sucesión, la imagen, la vela azul y la otra vela blanca.
Es muy importante situar todos los objetos en su posición precisa. La magia de velas requiere siempre de un orden muy claro que ha de ser respetado para que los rituales tengan el efecto y el significado necesarios.

Ritual

Encender las dos velas blancas del fondo y el incienso.
Recitar una oración.
Encender la vela azul y la blanca restante.
Tomar la imagen y situarla en el centro de la tela.
Plegar esta última de forma que quede como un sobre cerrando la imagen.
Volcar gotas de cera de la vela azul en el centro de la tela para que quede sellada.
Repetir el proceso con la vela blanca más cercana a nosotros.
Recitar una oración.
Dejar el sobre debajo de la cama durante una semana.
Las dos primeras velas, el incienso y la primera oración sirven para pedir permiso a la noche para entrar en su dominio y practicar la magia de velas libremente. Esta parte del rito es imprescindible para que el resto funcione apropiadamente.

La vela azul representa la energía mágica del invocador; la blanca es la pureza que necesitamos. Al encerrar nuestra imagen en el foco, ésta está más preparada para recibir el símbolo de la energía mágica purificada.

De forma simbólica, el invocador queda envuelto en un manto de pureza mágica irrompible que mantendrá su espíritu limpio durante una semana. Este ritual hay que practicarlo en la noche de un lunes, en la misma semana en la que vayamos a practicar otro rito, preferentemente uno que implique el uso de las velas.

Oraciones

Al principio, al encender las velas y el incienso, debemos recitar esta oración, para pedir y agradecer a la noche y a la Luna que nos permitan adentrarnos en los dominios nocturnos y practicar rituales que utilicen su energía:

Desde lo más profundo te pido, Luna, / Señora, escucha mi petición, / Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas, / Que estas velas que arden vuelvan tu vista hacia mí.

Después, al cerrar el sobre, recitaremos esta otra oración para dar forma y sentido a nuestra petición de pureza. Ambas las leeremos en voz alta, con seguridad y confianza:

En la noche más oscura, / Tu luz guía mis pasos. / Que un poco de esa luz / Entre en mi alma y la purifique

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